
Un puñado de hombres conquistó México. En la batalla final el emperador Moctezuma reunió un ejército de un millón de indios y fue derrotado por los 600 aventureros de Hernán Cortés. Es como si ahora mismo nosotros, los que estamos aquí, nos embarcáramos y en pocos meses conquistáramos el Congo o Irak.
Más sorprendente -y poco conocido- es que la mayoría de los conquistadores fueron muchachos, muchas veces más jóvenes que los estudiantes universitarios de hoy día. En cuadros o películas vemos a conquistadores viejos y con barba. Pero recordemos que en esa época la expectativa de vida era de cuarenta años. Era la juventud la que andaba suelta por América. Hay un personaje interesantísimo que se llama Vicencio de Baeza. Era un veterano combatiente. Fundó San Salvador, en América Central, y luego se destacó por sus proezas guerreras en Paraguay. Parece que la fama se le fue a la cabeza, porque allí conspiró contra el gobernador Diego de Mendieta. El Gobernador mandó a torturarlo y luego lo ejecutó. Lo interesante en este caso es que Vicencio sólo tenía 21 años de edad. La sorpresa mayor, sin embargo, es que el gobernador Mendieta tenía 18 años de edad.
Luis López Nieves

Hoy es viernes, y es nuestro día, y dejé aclarado que HOY no deseo que nada ni nadie empañe lo que para nosotros significa VIERNES. Igual podría ser cualquier día de la semana pero siempre lo asociaríamos con el VIERNES, por algunas razones. Es el fin de la semana ser padres tradicionales, es el fin de la semana con deberes profesionales y hogareños, es cuando destinamos un tiempo SOLO PARA NOSOTROS y es cuando por costumbre, recapitulo todos los temas ante la presencia de mi Amo.
Hoy llamé la atención a que se nos respete el VIERNES. No faltó quien dijo que los sermones los domingo en la iglesia (es un refrán y un dicho mío que ahora me estrujan en la cara los enanos, jajaja). Pero eso no quita que durante el desayuno les dijera unas cuantas cosas a algunos de ellos. Las dejo plasmadas aquí porque no sé cuantos pasan por una situación similar y quizás no encuentran una solución práctica para algunas situaciones. Así las estamos resolviendo nosotros y espero sean útiles estos consejos.
Los dos elementos más importantes a tener en cuenta a la hora de establecer reglas claras de convivencia son la comunicación y cooperación. Saber escuchar y expresarse no sólo ante los chicos, sino entre nosotros la pareja. Y cooperar tanto con la pareja como con los hijos, sin formar bandos arbitrariamente con ninguno. Aquí entra el concepto, NUESTROS, tiene que verse desde esta perspectiva.
Es fundamental encontrar tiempo –un bien muchas veces demasiado escaso en la vida adulta– para charlar con la pareja. Por esa razón el viernes es SAGRADO para nosotros y los cachorros tienen que respetar eso. Pero para ellos siempre se hace el tiempo, y todo el resto de la semana les pertenece.
No se debe “robar” tiempo a otras actividades, en el sentido de aprovechar un momento donde se está haciendo otra cosa para hablar de los problemas con los chicos. El tiempo debe ser exclusivamente dedicado a charlar de estos temas, para poder hacerlo de manera relajada y atenta a las necesidades del otro. Generalmente convocamos a una ‘Mesa Redonda’, unas veces sólo serán ArkadiusN y su hijo, otras veces seremos todos y otras veces sólo nosotros los padres. Ser padres implica que ambos debemos entender que las reglas para los hijos se hacen entre ambos, no enfrentados uno con el otro. Nosotros como pareja entendemos que la conveniencia de poner límites y marcar caminos a los chicos tiene que hacerse juntos, ArkadiusN y yo. Si alguno no es el padre biológico de nuestros hijos, nos aseguramos de que el chico entienda que, pese a estar separados (mami y papi con sus respectivas nuevas parejas), ambos son aún responsables por su destino. Es importante que perciba que ser padre es una tarea de equipo, conjunta, y que ninguno de los dos, padre o madre, renunciará a su labor. El aporte del padre que no puede estar físicamente con su hijo en el día a día también debe ser fundamental, y eso también deben sentirlo nuestros hijos. Como padres responsables, observamos las conductas de nuestros hijos y pensamos qué reglas son las más necesarias para cada uno. Esto es, qué situaciones problemáticas requieren de nuestra intervención.
Hablamos de nuestras sensaciones como padres con nuestra pareja, con el padre o madre del chico (esto a veces es imposible si la expareja no está comprometida con el bienestar de su hijo) y con el propio hijo. Nos aseguramos de saber cómo piensa cada uno antes de tomar una decisión. En el momento de hablar con nuestros hijos, formulamos las reglas de convivencia de modo que no se sientan despreciados ni dejados de lado. Abrimos al debate, en términos que permitimos que los chicos puedan entender (y hasta a los que puedan oponerse, siempre con argumentos propios de cada edad) los motivos de sus decisiones.
Escuchamos y dejamos hablar sin interrumpirles. Siempre que podemos, evitamos elevar el tono de voz y jamás permitimos que el intercambio llegue al nivel del insulto o la descalificación mutua. En la medida de lo posible, las reglas de convivencia deben ser consensuadas, esto es aceptadas, comprendidas e internalizadas por la mayor cantidad de miembros de la familia. Si alguno de nuestros hijos se desenvuelve en dos hogares, es fundamental asegurarse de que las reglas sean válidas para ambos hogares y se cumplan en todo momento con supervisión de uno de los padres (esto en mucho es difícil si la otra parte ni siquiera desea participar de la educación y el bienestar de su hijo). Aunque, claro, quizás exista un número de reglas que deban ser distintas para cada uno de los hijos, si éste vive situaciones diferentes.
Por ejemplo, no habrá problemas en que juegue con la XBOX si cuenta con el espacio para hacerlo en uno de sus hogares. Pero si su otro padre no tiene ni desea esos juegos en su casa el tema estará completamente prohibido y fuera de discusión. También intentamos ser claros en estos aspectos, para no hacer que el chico se sienta “protegido” por un padre y “castigado” por el otro. No está de más, siempre tratando de no ser demasiado antipático ni chocante, escribir las reglas de la casa, para no enfrascarse en discusiones evitables con un poco de previsión. (Estamos nosotros en este proceso actualmente).
Si hay un documento escrito del que nuestros hijos tienen conocimiento, es probable que el número de conflictos y malos entendidos disminuya. Como se sabe, las reglas se hicieron para romperse. Por eso, cuando se les impone un castigo o sanción a los chicos o a alguno de ellos, es fundamental consensuarlo entre nosotros y de ser posible entre el otro padre biológico (aunque esto es si existiera comunicación entre todos nosotros, claro está). Esto no hace solamente a lo justo del castigo, sino a tener la certeza de que su cumplimiento será supervisado por cualquiera de las dos partes.
Siguiendo con este tema, también se deberá ser tolerante con el otro padre en caso de que decida “hacer la vista gorda” en alguna o todas las oportunidades. Las excepciones también existen, y siempre que sean justificadas (y no se repitan constantemente) se deberán aceptar. Es más, estos eventos servirán para aprender en qué ocasiones conviene dar un poco el brazo a torcer. Y para darse cuenta de que lo corriente será que, a medida que los hijos crecen, las reglas cambien.
Esto es lógica pura. No hay que tenerle miedo a este tipo de procesos, más bien todo lo contrario. Un padre responsable debe encararlos teniendo como premisas los dos elementos ya mencionados: comunicación y cooperación. Pero, claro, no todo es color de rosa. Muchas serán las ocasiones en que ambos padres y la nueva pareja no se pongan de acuerdo en la conveniencia de alguna de las famosas reglas. Esto es normal: tampoco es bueno ser demasiado rígido ni basar la relación con los hijos en un conjunto de reglas inamovibles e inquebrantables.
Lo que sí es fundamental es comprometerse profundamente en la educación de todos nuestros hijos y entender que las reglas que se les impongan, sean éstas pocas o muchas, están hechas con la mejor de las intenciones hacia ellos.

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