"Las grandes elevaciones del alma no son posibles sino en la soledad y en el silencio. "

Amor que exquisita magia envuelve y bendice nuestro amor, ese que nació un día sin buscarlo, sin planificarlo y que hoy día se ha convertido en la luz que guía nuestros pasos. Cuántas maneras de entregarnos hemos inventado para mantener la llama de nuestro corazón encendida, aún cuando las ausencias en ocasiones se hacen largas, es que ya es imposible que alguien separe este lazo de seda que une y protege nuestro amor. Cada mañana tiene un sol para nosotros, así como cada noche tiene una luna que desde el mismo día en que nos conocimos nos hizo entender que sus destellos iluminarían esta entrega de alma, de humildad y reconocimiento mutuo de sentimientos. Un amor sincero, que eligió de manera espontánea la entrega mágica, para luego darle paso a la definitiva unión de nuestros cuerpos, sellando un amor que será eterno. El primer beso aún lo conservo acariciando mis labios, esos que se abrieron para recibir lo que con palabras no se puede expresar y que Tú me transmitiste con todo el amor que un hombre puede regalar a la mujer amada. Nuestro sendero sigue pintándose de colores junto a un amor que se reinventa día a día, descubriendo que entre un hombre y una mujer que se aman de verdad, no hay obstáculo que no se pueda vencer. Podríamos pasar horas y horas, hablando de nimiedades porque sabemos que nuestros corazones se unieron para no separarse y que nuestros cuerpos se pertenecen el uno al otro, con la libertad que solo otorga el amor verdadero, ese que tiene principio pero que jamás tendrá un final. Cada estrella del firmamento me habla de ti y me trae de vuelta todo lo que Tú quieres entregarme. Cuando llegas en silencio, todo mi cuerpo responde para darte la bienvenida y mis manos se entrelazan a las tuyas, para transmitirte la tranquilidad de saberme y de saberte. Estoy escribiendo estás líneas con la certeza absoluta de que las percibes antes de leerlas, porque así somos nosotros... La magia continúa con el añadido de que ya nos pertenecemos en alma... Pero también en cuerpo, con una pasión y un deseo que muchos estudiosos de las relaciones humanas quisieran entender. Mi cielo, no hay noches sin ti, no hay vida sin ti... no existo sin ti... ¡Porque tú eres… mi antes y mi después!!!

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