"Con fecha de hoy retiro de tu vida
mis tropas de ocupación.
Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma.
Nos veremos las caras en la tierra de nadie.
Allí donde un ángel señala desde lejos
invitándonos a entrar:
Se alquila un paraíso en ruinas."
Juan José Arreola
Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.
No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.
!Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.
A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.
(Serenata)
Manuel Scorza

Y te ves obligado a decir adiós, deseando gritar hasta luego, hasta mañana, hasta cualquier día que no sea un nunca; te ves obligado voluntariamente a decir adiós, aunque quieras gritarle no te vayas, quédate, vamos a caminar juntos; debes decir adiós, porque así lo quiso, y así es como debe ser, porque de otro modo no se puede. ¿Cómo se soporta el peso que no se ve pero te oprime contra el piso? ¿Cómo calmas la asfixia que te mantiene aferrada a la almohada? ¿Cómo es posible que hayas dicho adiós, y peor aún, hayas tenido que creértelo? No sé.
Decir adiós es siempre doloroso aunque sea un adiós con fecha de caducidad. Terminar una relación siempre es un sinónimo de decir adiós queriendo decir te veo mañana.
Mañana. Ese día que no es mañana ni pasado mañana, ese mañana que no tiene fecha pero tiene nombre y dice “Cuando ya no me duela tu ausencia” es el día en que habrás conquistado el adiós.
Un amor que cuando no se termina pero lo terminan deja un hueco que se debe rellenar con soledad y que no debe llenarse con otro amor.
¿Amigos? pero es un adiós, separarse, ¿entiendes? separarse, y los amigos no se separan, no se puede ser amigos, no se puede ser más que dos pedazos que se harán falta de muchos modos, pero nada más. Podremos ser amigos cuando ya no se ame, cuando la vida de uno no abra heridas, no levante mares de envidia, no irrumpa con terremotos de lo que pudo ser, cuando la vida de uno no sea mas que una vida más, con la misma importancia que la tienen todas; entonces sí, se podrá trabajar por una amistad, y caminar el sendero de los amigos.
Sucede que después del adiós uno debe luchar por llenar el vació de su silencio con un silencio propio, tirar los sueños rotos, guardar los que faltan por romper, uno debe aprender de su soledad, analizar, crecer, uno debe enfrentar a sus demonios, a sus fantasmas, uno debe partirse la madre para todo lo que sea necesario y no morir en el intento. A fin de cuentas el adiós como dije, tiene fecha de caducidad. Ya nos veremos un día, y brindaremos “Por ti y por ella, por mí y por él” y todo habrá sido el camino recorrido que nos hace fuertes, experimentados y sabios, lo suficiente como para saber qué hacer en el siguiente adiós.
No hay porque desistir al adiós, a fin de cuentas, pasará…

Cuando los enamorados deben decirse adiós, siempre queda ese vacío de no querer separarse, al menos cuando los enamorados, enamorados estaban, y ¿si uno todavía lo está? Hablo de cuando dices adiós al que es el amor de tu vida. (Entiéndase como amor de tu vida al más grande amor que has conocido en lo que llevas de vida) y entonces te quedas como pendeja con las manos vacías, entre buscando cómo no perderlo, y cómo sentirte bien, más bien, cómo no sentirte tan gilipollas. Recuerdo cuando pasé por ahí la última vez, el mundo, es verdad, se está cayendo a pedazos y uno ahí, sentadita sin hacer nada, pero no hay nada que hacer, no existe poder que detenga esa sensación de ‘me lleva la puta madre que no sea: o me mato, o regresas’; y como no me voy a matar, y él no va a regresar, pues me la como toda, y ando ahí, respirando (con dificultad, pero al menos no me muero). Y me dice: 'Tranquila, el mundo no se va terminar', y ese es el puto problema, que el mundo no se termina en ese preciso instante y ya, todos directito al infierno y santo remedio, ah pero no, ni creas que te libras así de fácil de ésta, te espera un VIP a la tierra de la desolación, el paraíso de las noches tristes, el afrodisíaco aroma de' la jodiste' ya te llega, y ¡oh sorpresa!, ya estabas abordo pero nadie te lo había dicho.
Mi relación terminó, hay que afrontarlo, y lamentablemente no hay unas pastillas de amnesia, jarabe para el olvido y, no puedo dormir y despertar cuando ya todo haya pasado. Debo decir, “ni pío, se terminó” y debo de ponerme las pilas o como dije, me quedo ahí tirada respirando.
Recuerdo la vez anterior a la última que dije adiós, con él en aquél entonces amor de Amo de mi vida (que fácil se habla de amor cuando no se tiene) en aquél entonces liberé el adiós, liberé su ausencia, y cuando ya en la última, me enamoré por primera vez, y del amor viejo quedó una buena amistad. (Después la historia se repitió pero más duro y más cabrón) pero sé que se puede, una y otra vez como dice un proverbio japonés, “Así me cayera diez veces, once me levantaría” es una pena que uno no se repone del todo cada vez que se levanta, y que tampoco deja de extrañar…